Teodoro de Mopsuestia

La historia del mundo está escrita por aquellas personas queen el paso de los años, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado quela civilización, de un modo u otro,prospere.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que tuvo Teodoro de Mopsuestia en la historia. La forma en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Teodoro de Mopsuestia, sino que a caso legó una señal mucho más honda de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Teodoro de Mopsuestia de modo personal.Teodoro de Mopsuestia ha sido un ser humano que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Conocer las luces y las sombras de las personas destacadas como Teodoro de Mopsuestia, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa básica para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Teodoro de Mopsuestia, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Teodoro de Mopsuestia, gentes a quienes de de una forma u otra Teodoro de Mopsuestia influenció, y indudablemente, comprender y entender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Teodoro de Mopsuestia.

Vida y Biografía de Teodoro de Mopsuestia

(Asimismo llamado Teodoro de Antioquía y Teodoro el Intérprete; Antioquía, c. 350 - Mopsuestia, 428) Teólogo heleno. Discípulo de Nestorio, fue obispo de Mopsuestia o Mopsuesto en Cilicia (392 o 393) y entre los mucho más relevantes representantes de la escuela teológica de Antioquía, opuesta a la de Alejandría por el procedimiento interpretativo bíblico. Su doctrina sobre la Encarnación, efectuada desde un análisis metafísico y psicológico, influyó en las proposición de Nestorio.

Hijo de una familia noble y rica, el joven Teodoro frecuentó la escuela de oratoria del popular Libanio. Sin embargo, no cumplidos todavía los veinte años, su vocación se volvió a la vida ascética: ingresó en la red social apuntada por Diodoro de Tarso y se dedicó al estudio de los libros sagrados. Poco después conoció un instante de melancolia de la vida mundana y abandonó el claustro, al que, no obstante, regresó tras la insistente y elocuente convidación de su amigo y condiscípulo Juan Crisóstomo. Ordenado sacerdote hacia el año 383 por el prelado Flaviano, continuó cierto tiempo en Tarso, al lado de su viejo profesor, que regía entonces esta sede episcopal. En 392 nuestro Teodoro fue nombrado obispo de Mopsuestia. Participó en distintas discusiones y concilios, y acogió a Juliano de Eclano, expulsado de Italia como partidario de Pelagio.

A su muerte dejó una notable herencia literaria, tal como la popularidad de enorme profesor de la exégesis en el espíritu de la tradición antioqueña y de alarmante contrincante de cualquier forma de herejía. No obstante, tras la condena en el año 431 del nestorianismo, se levantó cerca de la memoria de Teodoro una apasionada campaña de recriminaciones y aprobaciones que duró mucho más de un siglo y acabó, por último, con la victoria de sus contrincantes, quienes consiguieron hacerle condenar ceremoniosamente en 533 en el quinto concilio ecuménico de Constantinopla (condenación de los Tres Capítulos, origen de la prolongada disputa) como primer responsable del nestorianismo y, además de esto, como favorecedor del pelagianismo en Oriente.

La crítica actualizada procura aclarar lo que logre haber de determinado en estas tendencias discordantes de la tradición, y jura, singularmente, reconstituir la personalidad de Teodoro de Mopsuestia a través del estudio de la una parte de su producción genuina preservada y de la discriminación de lo que no le resulta atribuible. Junto con los viejos catálogos (Ebedjesu, crónica armenia "de Seert"), han facilitado la consecución de la primera finalidad las cautelosas indagaciones de las "cadenas" griegas y los manuscritos orientales.

De la vasta actividad exegética de Teodoro llegaron hasta nosotros, merced a ello, el comentario a los Salmos, en "cadenas" griegas y una traducción latina; el destinado a los 12 profetas inferiores; el de San Juan (en una traducción siríaca y extractos helenos); el comentario de las cartas inferiores de San Pablo, en una traducción latina, y, además de esto, ciertos extractos de los comentarios a las epístolas A los romanos, A los corintios (I y II) y A los hebreos. De los contenidos escritos sobrantes del creador preservamos los Discursos catequísticos, en siríaco, y una gran parte de la obra De Spirítu Sancto, discusión con los macedonianos sostenida en Anazarbo en 392. Existen, además de esto, otros muchos extractos de Mario Mercator, León de Bizancio, las actas del Concilio que le condenó, Facundo de Ermiana, etcétera. Sin embargo, la vericidad de semejantes pasajes de la producción de Teodoro resulta incierta o aun negativa; ello, por lo tanto, no posibilita la reconstitución de su ideología doctrinal.

En la configuración del destino humano, Teodoro de Mopsuestia interpreta 2 fases muy diferentes y contrapuestas (teoría de la "doble catastasis"): la primera de ellas, previo al advenimiento de Jesucristo, está caracterizada por la mortalidad y la mutabilidad; en la segunda, que, estrenada por Jesucristo, se efectúa ciertamente con la resurrección general, el hombre se hace inmortal desde el criterio físico, y también inmutable (inigualable) éticamente. Por consiguiente, según Teodoro, la redención radica no en el restablecimiento de un estado primitivo sobrehumano, sino más bien en la instauración de otro totalmente nuevo y superior.

La cristología de Teodoro se encuentra caracterizada por el interés puesto en la distinción de ámbas naturalezas y, en consecuencia, en la perfección de la humana en Jesucristo, contra el método de Apolinar. Sin embargo, aun en el momento en que en este aspecto, lo mismo que en la polémica en frente de los macedonianos, deban reconocerse los enormes servicios prestados por Teodoro al cristianismo en el avance de su teología, no todos y cada uno de los eruditos se encuentran en concordancia en su rehabilitación, últimamente intentada. Aunque Teodoro hable de una "persona" de unión en Cristo, semeja, al fin y al cabo, estimar aún este vínculo de ámbas naturalezas (el Verbo, engendrado por el Padre desde la eternidad, y Jesús de Nazaret, nacido de la Virgen María) como un nexo ética como máximo, pero no importante o "hipostático", según la definición del concilio de Calcedonia.

Las primordiales aportaciones de Teodoro de Mopsuestia son, no obstante, las del ámbito exegético. Si bien su teoría de los 2 grados de inspiración, el de los libros sapienciales y el de los propiamente proféticos, se vio sentenciada en Constantinopla (aun en el momento en que resulte susceptible de una interpretación en sentido ortodoxo), las sólidas demandas de la actividad previo a la exegética, referentes a la discriminación del artículo genuino, y el rigor en la app del término de la teoría antioqueña en la identificación del sentido habitual y mesiánico de la Sagrada Escritura, hacen de Teodoro, adjuntado con su profesor Diodoro, el principal creador de la exégesis científica.

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