Otón II

Ya sea inspirando a más personas o siendo parte de la actuación. Otón II es una de las personas cuya vida, realmente, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Otón II es comprender más acerca de una época concreta de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que detentó Otón II en la historia. Cómo vivió y aquello que hizo durante el tiempo que permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para quienes trataron a Otón II, sino que a caso dejó una señal mucho más vasta de lo que logremosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Otón II en persona.Otón II ha sido una de esas personas que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Otón II, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo básica para que seamos capaces de valorar no sólo la existencia de Otón II, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Otón II, gentes a quienes de un modo u otro Otón II influyó, y sin duda, entender y comprender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Otón II.

Las biografías y las vidas de personas que, como Otón II, atraen nuestra atención, deben servirnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Otón II, el motivo por qué Otón II vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Otón II

(?, 955 - Roma, 983) Rey de Alemania (961-983) y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (973-983). Conocido por el sobrenombre de el Rojo, bajo su reinado se amplió la autoridad regia, pero su derrota contra los musulmanes de Tarento supuso que una gran parte de su obra se desmoronase.

Correspondiente a la dinastía de Sajonia, Otón II fue hijo del emperador Otón I y de su segunda mujer, Adelaida. Durante la vida de su padre fue asociado al trono y coronado en un par de ocasiones: la primera en Aquisgrán en el mes de mayo de 961; la segunda en Roma en Navidad de 967, de manos del papa Juan XIII. En 962 fue consagrado rey de Lombardía. A la desaparición de Otón I en 973, Otón II fue universalmente reconocido como su sustituto. En abril de 972 casó en Roma con la princesa griega Teófano (Teofania), hija de Romano II, con quien tuvo un solo hijo, Otón, que le sucedió, y una hija, Matilde, que fue abadesa de Quedlimburgo.

Durante sus siete primeros años de gobierno dedicó sus sacrificios a agrandar su autoridad sobre Baviera y Lorena. En Baviera, Enrique II el Pendenciero gozaba de una extensa autoridad y además de esto podía tener extensos apoyos en Suabia, merced al matrimonio de su hermana Eduvigis con el duque Burchardo de Suabia. El mismo año del ascenso de Otón II murió Burchardo y el emperador, para contrarrestar la predominación de la dinastía bávara, nombró duque a Otón, hijo del previo duque, Liudolfo. Poco después designó duque de Carintia a Otón, nieto de Otón I el Grande (igual que Otón de Suabia).

Enrique de Baviera se sublevó contra el favoritismo exhibido por el emperador hacia el hijo de Liudolfo y logró el acompañamiento de su primo Enrique, hijo del duque Berthold de Baviera; de Boleslao II de Bohemia y de Meszko II de Polonia. Se cuajó una conspiración cuyo propósito era la deposición de Otón II y la entronización de Enrique el Pendenciero, pero el emperador les llamó a su presencia y los mandó encarcelar (975).

Con las manos libres, Otón II preparó en otoño de 975 una campaña contra Boleslao de Bohemia para castigar su participación en la conspiración. Pero entonces le llegaron novedades de que un ejército de daneses, bajo Harald Dienteazul, había cruzado la frontera y hostigaba tras el Elba. El emperador marchó contra los invasores y les logró retroceder después de las fronteras, pero no ha podido ingresar en Dinamarca, donde un excelente ejército se encontraba listo. De cualquier forma, Harold se rindió y ofreció su tesoro al emperador en lugar de la paz, pero Otón rehusó; la paz solo se firmó en el momento en que Otón hubo logrado la promesa de un tributo y la garantía de llevarse al hijo de Harold como rehén.

En 976 Enrique el Pendenciero escapó de su prisión en Ingelheim y volvió a sublevarse. Hasta que el emperador ha podido asistir a Baviera, 2 hermanos de la vivienda de Babenberg, Leopoldo y Berthold, lo contuvieron, pero en el momento en que Otón entró en el ducado, Enrique escapó a Bohemia. Como represalia, en la reunión de Ratisbona de julio de 976, Otón desposeyó de su ducado a Enrique y lo entregó a Otón de Suabia, más allá de que la Baviera que recibió Otón no coincidía con los territorios regidos previamente por el Pendenciero y el rey se reservó el control de la Iglesia en el ducado.

Otón II reanudó la campaña contra Boleslao de Bohemia en 977 y alcanzó esenciales victorias, más allá de que el cuerpo de ejército bajo el mando de su sobrino, el duque Otón, fue derrotado. Boleslao presentó sumisión y también logró homenaje al emperador en 978. La campaña subsiguiente lanzada contra Meszko de Polonia logró exactamente los mismos desenlaces en 979.

Pero mientras que Otón II había estado peleando contra sus contrincantes orientales, una exclusiva conjura medró en Baviera. Enrique el Pendenciero se había aliado con Enrique de Carintia y del obispo Enrique de Augsburgo y se había apoderado de Passau. Otón II cercó la localidad a través de un puente de barcas y logró su rendición en el mes de septiembre de 977. Los maquinadores fueron juzgados en las Cortes de Pascua de 978, festejadas en Magdeburgo. Los 2 duques fueron desterrados y el obispo quedó bajo la custodia del abad de Werden.

Las continuas guerras civiles ocurridas en el ducado de Baviera brindaron al garete con su clásico situación de independencia y con su dinastía condal. El ducado se integró en el sistema nacional preconizado por Otón I, pero la elevación a de los 2 Otones, nietos del dicho Otón I, ocasionó que la emperatriz Adelaida abandonara la corte y se trasladase a su Borgoña natal, transformándose en opositora a la política imperial.

Otón II y Lorena

Desde el comienzo de su gobierno, Lorena se había manifestado como una fuente de inconvenientes para Otón II. La Baja Lorena había caído en la órbita real tras la desaparición en Italia del duque Godofredo. En enero de 974 los hermanos Reginardo y Lamberto, hijos del depuesto duque Lamberto de Hainault, hicieron un intento de recobrar el patrimonio paterno y fortificaron la localidad de Boussu, en el río Haine. Otón II entró en Lorena y se apoderó de la fortaleza, pero dejó huír a los 2 hermanos, que un par de años después volvieron a encabezar una revuelta, ayudados en esta ocasión por Carlos, hermano del rey Lotario de Francia, y por Otón, hijo del conde de Vermandois.

El emperador envió al condado de Hainault a Godofredo de Verdún, que logró sofocar la revuelta. Pero en 977 Otón II permitió en dar el condado a los hijos de Reginardo y nombró a Carlos duque de la Baja Lorena. Parece ser que las relaciones entre Carlos y su hermano Lotario no eran buenas y que el ascenso de Carlos por la parte de Otón II respondió a la necesidad de ganar un aliado en el caso de combate con el rey de Francia.

Sus cautelas no eran injustificadas, por el hecho de que Lotario de Francia usó el ascenso de su hermano como explicación para enseñar sus reclamaciones sobre Lorena, apoyadas asimismo en su matrimonio con Emma, hija de Lotario II de Italia y de la emperatriz Adelaida, que había sido su primera mujer. Con un fantástico ejército, el rey de los francos occidentales marchó hacia Aquisgrán, donde Otón estaba con su mujer. Cuando el emperador supo de la novedad no la creyó y solo en el momento en que el ejército de Lotario estaba en frente de los muros de la vieja capital carolingia, Otón escapó hacia Colonia y Aquisgrán fue saqueada.

Después Lotario volvió a sus dominios y Otón reunió un ejército de 60.000 hombres, con el que en el mes de octubre de 978 cruzó la frontera. Asoló el señorío de Attigny y, pasando por Reims y Soissons, llegó al Montmartre, sobre París. Se abstuvo de sitiar la localidad, poderosamente protegida y se conformó con terminar los aledaños, tomando después la retirada hacia Alemania, a lo largo de la que fue buscado por las tropas de Lotario. Hasta 980 el rey de Francia estuvo ocupado con inconvenientes en Flandes, pero al final accedió a festejar una entrevista con Otón II en Margut, donde renunció a cualquier reclamación sobre la Lorena.

Fracaso en Italia y final del reinado

Con la autoridad imperial bastante restaurada en Alemania y en el exterior, Otón II ha podido comenzar una campaña para volver a poner la autoridad alemana en Italia, poderosamente dañada por la insurrección romana. Otro de las causas que le llevaron a Italia fue el reconciliarse con su madre, Adelaida, a la que pretendía ofrecer voz nuevamente en los temas de gobierno. En noviembre de 980 cruzó los Alpes adjuntado con su mujer, su hijo y su sobrino, Otón de Suabia.

Se entrevistó en Rávena con el papa Benedicto VII, expulsado de Roma por Crescencio, hijo de Teodora. Cuando este supo que los imperiales se aproximaban a Roma, se refugió en un convento y profesó monje. Otón II estableció su campamento fuera de la región y recibió el homenaje del duque de Francia (y después rey), Hugo Capeto, y del duque Eudes de Borgoña. En aquella reunión se acordó la conquista de Apulia y la expulsión de los sarracenos del sur de Italia.

Las ambiciones imperialistas de Otón II sobre toda Italia ocasionó la unión de los poderes árabe y bizantino, que en 981 se sublevaron contra la presión alemana, dando sitio a la guerra. El emperador se apoderó de Nápoles, Bari y Tarento, pero en 13 de julio de 982 su ejército cayó en una emboscada y fue aniquilado cerca de Capo Colonne, en las inmediaciones de Cotrona. El monarca logró huír en un navío heleno que lo transportó hasta Rossano.

Las secuelas de la derrota fueron graves. Además de la rendición de Apulia y Calabria, el prestigio imperial se derrumbó en Italia. El efecto se extendió hacia las tribus del norte y los turbulentos eslavos del este, que poco tiempo después se levantarían en armas, echando por tierra los adelantos cristianizadores que habían supuesto las precedentes victorias de Otón II. Los hechos de Italia, conjuntados con la desaparición de Otón de Suabia y Baviera exactamente el mismo año que el emperador (983) provocaron la ruina del partido representado por los descendientes de Otón el Grande y marcaron el ascenso del partido encabezado por la emperatriz Adelaida.

En 983 el emperador reunió una dieta en Verona, donde logró admitir como sustituto a su hijo Otón III, de tres años de edad, al que después envió al norte a fin de que fuera coronado. Aquel mismo año regresó a Roma, donde influyó en la decisión como papa del obispo Pedro de Pavía, que reinó como Juan XIV.

Su último acto político fue un intento para poner bajo la sujección imperial el poder de Venecia; el emperador se entrevistó en Verona con Esteban Caloprini, contrincante de los Morosini, que le ofreció vasallaje si le asistía a proclamarse dux en Venencia. Enfermó de malaria en la Ciudad Eterna. Según la crónica, fue siendo consciente de que iba a fallecer y, no sin haber tomado una sobredosis de medicinas, repartió sus bienes entre la Iglesia Romana, su madre, su hermana y sus compañeros de armas.

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