Néstor Kirchner

La historia de las civilizaciones está escrita por aquellas mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela humanidad, de un modo u otro,avance.

Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la importancia que tuvo Néstor Kirchner en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo mientras estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que conocieron a Néstor Kirchner, sino que posiblemente dejó una huella mucho más insondable de lo que logremosimaginar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Néstor Kirchner de modo personal.Néstor Kirchner fue un ser humano que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Néstor Kirchner, seducen nuestro interés, tienen que valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Néstor Kirchner, porqué Néstor Kirchner vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Néstor Kirchner

(Río Gallegos, 1950 - El Calafate, 2010) Político argentino, presidente de la República entre 2003 y 2007.

Néstor Carlos Kirchner Ostoic nació en Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz (Patagonia), el 25 de febrero de 1950, hijo de Néstor Carlos, descendiente de inmigrantes alemanes y funcionario de Correos, y de María Ostoic, de una familia de origen croata instalada en Punta Arenas (Chile).

Miembro de la Juventud Peronista, estudió derecho en la Universidad Nacional de La Plata y en 1975 se casó con la asimismo componente justicialista Cristina Fernández. Ambos formaron una parte de la corriente izquierdista que apoyó a los Montoneros en los años turbulentos que antecedieron al golpe para derrocar al gobierno militar que derribó a la presidenta María Estela Martínez de Perón.

En 1976 recibió el título de letrado y regresó a Río Gallegos para ejercer la profesión, adjuntado con su mujer, en un gabinete jurídico. Funcionario de la administración de la provincia de Santa Cruz, a fines de 1983 fue designado presidente de la Caja de Previsión Social de Río Gallegos. Durante los siete años lúgubres de dictadura militar (1976-1983) se sostuvo supuestamente distanciado de la política, si bien fue encarcelado en una ocasión por fundamentos que no detalla su biografía oficial.

Gobernador de Santa Cruz

En las selecciones municipales de septiembre de 1987, como candidato peronista, fue escogido gobernador (alcalde) de Río Gallegos. Dado el éxito de su administración, fue impulsado por el Partido Justicialista a candidato para la gobernación de la provincia, cargo para el que fue escogido con el 61 % de los votos el 8 de septiembre de 1991.

Como gobernador aplicó una política neokeynesiana expansionista, de fuertes inversiones públicas, en contraste con la estrategia neoliberal y antiinflacionista del presidente de la república, el asimismo peronista Carlos Saúl Menem, con lo que se ganó una reputación de político de centroizquierda en el variado conglomerado justicialista.

Reformó en un par de ocasiones la Constitución provincial a fin de que el gobernador pudiese ser escogido sin límite de ordenes. También aumentó el número de jueces del Tribunal Supremo provincial y sus protegidos se jactaron de haber maniatado a la prensa local. Mientras sus incondicionales ensalzaban su eficiente administración, sus contrincantes lo acusaban de haber gobernado la provincia como un feudo, en el que todas y cada una de las fuentes de riqueza y trabajo estaban a cargo del gobernador y su clientela (mucho más del 40% de los trabajadores son usados públicos).

Cuando fue escogido gobernador, en 1991, Kirchner recibió 630 millones de dólares americanos de indemnización del gobierno federal, tras un juicio sobre los royalties financieros, a los que se agregaron otros 420 millones de dólares americanos que proceden de las plusvalías creadas por la venta de las acciones que la provincia tenía en la compañía Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), conseguida por la de españa Repsol.

Durante múltiples años, los legisladores de Santa Cruz demandaron ineficazmente precisiones sobre el montante exacto de ese patrimonio o botín provincial. Presionado por la prensa en la campaña electoral, Kirchner notificó el 13 de mayo de que 531 millones de dólares estadounidenses estaban depositados en múltiples cuentas corrientes de Suiza y Luxemburgo.

Carrera hacia la presidencia

El presidente Eduardo Duhalde se decantó explícitamente por Kirchner como candidato peronista y logró que el congreso del partido aprobase su estrategia de suspender la decisión principal y mover la competición de todos y cada uno de los solicitantes a exactamente la misma decisión presidencial. Una maniobra destinada a evitar que Menem se alzara con la candidatura, a pesar del fallo de un juez federal con rivalidad electoral que prohibió la reforma de los estatutos del Partido Justicialista.

En sus proclamas electorales, Kirchner se presentó como adalid del ala izquierda del peronismo, reformista sin ambages y resuelto contrincante del sistema neoliberal de sus precursores. También prometió sostener en el cargo al ministro de Economía, Roberto Lavagna, al que se atribuía la rápida mejora económica de los primeros meses de 2003.

En la primera vuelta de las selecciones de presidentes, el 27 de abril, el gobernador de Santa Cruz quedó seguidamente, con el 22% de los votos, tras el asimismo peronista Carlos Saúl Menem, que logró el 24%. Tras los de la provincia de Santa Cruz (60%), Kirchner consiguió sus mejores desenlaces en la provincia de Buenos Aires (40 % de la población), merced al acompañamiento decidido del presidente Duhalde y del poderoso aparato del justicialismo.

Ante unas investigaciones que le eran muy perjudiciales, Menem anunció el 14 de mayo su retirada de la carrera presidencial, lo que decidió la instantánea proclamación de Kirchner como gobernante del país elegido. La teatral capitulación de Menem, al abortar el desarrollo electoral, no solo dañó la legitimidad del nuevo jefe de Estado sino conminó las instituciones democráticas ahora fuertemente perjudicadas por la beligerante revuelta habitual, alentada por los peronistas, que derribó ilegalmente al gobierno del extremista Fernando de la Rúa en el último mes del año de 2001.

Antes de tomar posesión, el nuevo presidente visitó Brasilia y Santiago de Chile, donde consiguió el respaldo de los presidentes Lula da Silva y Ricardo Lagos, respectivamente, para poder la restauración económica continental con una base popular de centroizquierda. En su alegato de investidura, Kirchner reafirmó el papel central del Estado en el avance económico, prometió una pelea «insuperable» contra la corrupción y abogó por un reforzamiento del Mercado Común del Sur (Mercosur), que asocia a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

La presidencia de Kirchner

Días antes de prestar juramento como presidente, Néstor Kirchner dio a saber su cartera del ministerio, en la que sostuvo a 4 ministros del previo gobierno, entre ellos al titular de economía Roberto Lavagna, y también incluyó a políticos de su absoluta seguridad, en su mayor parte justicialistas y ciertos independientes. El equipo nuevo resaltaba por un denominador común en su composición: políticos jóvenes (entre 43 y 53 años), extraños a los círculos de poder habituales y portadores de una visión de Estado lejana al neoconservadurismo que había gobernado al país en los últimos tiempos.

La herencia que Kirchner recibió el 25 de mayo de 2003 fue una deuda que ascendía a 178.000 millones de dólares estadounidenses y entre los índices de paro, pobreza y marginación popular mucho más altos de la historia argentina. Sin embargo, desde el primer instante encaró con resolución la complicada situación del país y también impuso un ritmo tan vertiginoso a las medidas iniciales que tomó que los medios charlaron del "efecto" o del "estilo K". El nuevo presidente, frente a los serios problemas sociales, políticos y económicos, se fijó como preferencias la vigencia de los derechos humanos, la pelea contra la corrupción y la revisión de las políticas económicas neoliberales, que habían contribuido a la ruina del país y el encarecimiento de millones de argentinos.

En el chato de adentro su estrategia de gobierno se fundamentó en el emprendimiento "transversal", consistente en coaliciones extrapartidarias con líderes políticos a fin de batallar el caudillismo y los reinos de taifas del viejo peronismo, y en la afirmación de las instituciones del Estado y de la autoridad civil. En este sentido, solamente ungido, logró servir sus prerrogativas de presidentes y destituyó a decenas y decenas de en general, almirantes y brigadieres comprometidos con la guerra sucia y los reemplazó por oficiales "en compromiso con el futuro". Otro tanto logró en la policía federal y los servicios misterios, la SIDE, al paso que incitaba al Congreso a hacer más ágil el desarrollo político contra los jueces corruptos de la Corte Suprema.

Paulativamente el país fue recobrando su pulso escencial, si bien las cuestiones mucho más espinosas que debía proseguir intentando el gobierno de Kirchner estaban enlazadas con la deuda externa. Ante las drásticas demandas del FMI, el presidente argentino respondió con insólita solidez consiguiendo que este organismo y el G-15 reconociesen su proposición de que no habría pago de la deuda sin avance. Al mismo tiempo, Kirchner emprendió una política exterior sin dependencia de las directivas estadounidenses restituyendo relaciones con Cuba, negándose a mandar tropas a Irak sin orden conveniente de la ONU y oponiéndose a la política de Estados Unidos de subsidios agrícolas, tal como a su intención de prolongar el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) al conjunto de naciones y de que se les otorgase inmunidad diplomática a sus militares en territorio argentino.

Derechos humanos

En todo el orden de Kirchner el llamado "efecto K" continuó generando visibles cambios en la sociedad argentina y en sus instituciones. En el lote de los derechos humanos, la intención del gobierno de adoptarlos como una prioridad marcó un punto de cambio en la política llevada adelante desde el retorno de la democracia en 1983 y significó un paso definitivo en la pelea contra la impunidad. Además de la puesta en marcha de una profunda limpieza en las Fuerzas Armadas, la policía y los servicios de sabiduría implicados en las violaciones de los derechos humanos a lo largo de la dictadura militar, el gobierno acometió la renovación de la Corte Suprema de Justicia, fuertemente criticada a lo largo del orden de Carlos Menem por su sumisión en oposición al Ejecutivo. La medida, que fue festejada internacionalmente como un paso positivo hacia la independencia del Poder Judicial, supuso la remoción de los integrantes acusados de constituir una "mayoría automática" que siempre y en todo momento fallaba en pos del gobierno. Con la incorporación de mujeres, abogados garantistas y de centro-izquierda, se procuró equilibrar ideológicamente y por sexos la composición del organismo.

En junio de 2005, la novedosa Corte declaró inconstitucionales las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, aprobadas en 1986 y 1987. Su anulación dejó que se reactivaran las causas judiciales que implican a cientos de militares, abriendo de esta manera la vía para evaluar los crímenes realizados a lo largo de la dictadura. En 2006 se dictó la primera sentencia tras la derogación de estas leyes, que condenó a 25 años de prisión al represor Julio Simón por delitos de lesa humanidad. La resolución del gobierno de ceder el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el primordial centro de detención ilegal de la dictadura, para crear un Museo de la Memoria, fue festejada por la opinión pública.

La investigación de las violaciones a los derechos humanos a lo largo del régimen militar prosiguió adelante, concretándose en la detención y condena de varios causantes. Pese al deber asumido por el gobierno de Kirchner, los espectros de la dictadura parecieron resurgir y la seguridad de la ciudadanía padeció un duro revés el 18 de septiembre de 2006, a causa de la desaparición de Jorge Julio López, de quien no se halló indicio. Este trabajador de la construcción había testificado contra Miguel Etchecolatz, un prominente mando de las fuerzas de seguridad en el momento en que el país se encontraba bajo el gobierno militar, que había sido culpado a cadena perpetua. El 27 de diciembre del mismo año padeció un destino afín Luis Gerez, tras testificar contra un ex- policía acusado de crímenes de lesa humanidad. Afortunadamente, Gerez apareció vivo un par de días después, pero con señales de ser torturado. El presidente Kirchner acusó del secuestro a elementos paramilitares y parapoliciales expectantes de amedrentar a la población.

Si bien hacia 2005 la prensa y la oposición recalcaron ciertos causantes que empañaban la increíble restauración económica del país, como la conflictividad laboral, las tarifas de los servicios públicos o la inflación, estos inconvenientes no fueron obstáculo a fin de que la ciudadanía diese el acompañamiento a Kirchner en las selecciones legislativas festejadas en el mes de octubre de ese año, a fin de actualizar media Cámara de Diputados y una tercer parte del Senado. Planteados como un plebiscito en acompañamiento de la política del gobierno, los comicios formaron un claro aval a la administración del presidente. Ya fuera solo o en coalición, el Frente para la Victoria consiguió el 40 por ciento de los votos y logró sólidos triunfos en 16 de las 24 provincias. En la provincia de Buenos Aires, Cristina Fernández de Kirchner, mujer del presidente y primera aspirante al Senado, consiguió el 46 por ciento de los sufragios, sacando 26 puntos de virtud sobre su contrincante, la asimismo peronista Hilda Duhalde.

La restauración económica

Kirchner estableció un frente común con Brasil para reflotar el Mercosur y renegoció el pago de la deuda externa con el FMI y otros organismos financieros de todo el mundo en términos hasta el momento nuevos, consiguiendo que, en el mes de febrero de 2004, en la XII Cumbre del G-15 conmemorada en Venezuela, se reconociera la proposición de que la deuda en todo el mundo era impagable sin avance. De acuerdo con esta línea de pensamiento, defendió, con el acompañamiento del Brasil del presidente Lula da Silva, la necesidad de una política continental común para tratar con la Unión Europea y Estados Unidos, oponiéndose a los intentos estadounidenses de imponer su mercado continental. El rechazo a la política comercial proteccionista de Estados Unidos y al ALCA se representó en la V Conferencia del ministerio de la OMC, conmemorada en Cancún (México) en el mes de septiembre de 2003, y en la IV Cumbre de las Américas, que sucedió en el mes de noviembre de 2005, en Mar del Plata.

Después de sacar al país de la cesación de pagos considerada la mucho más grande de la historia económica mundial, entre los mayores éxitos del gobierno fue la renegociación de la deuda externa con el FMI y otros organismos financieros, al efectuarse en términos hasta el momento nuevos. La deuda con los acreedores privados ascendía a 81.800 millones de dólares estadounidenses, de los que, entre enero y febrero de 2005, se canjearon 62.200 millones, es decir el 76 por ciento del total de la deuda, con una quita de 27.700 millones sobre el valor nominal de exactamente la misma. Se trataba del mayor trámite de canje y con la mucho más alta quita a los acreedores de la historia económica.

El artífice de la triunfadora operación fue el ministro de Economía, Roberto Lavagna, designado a lo largo del gobierno de Eduardo Duhalde y afirmado en el cargo por Kirchner. No obstante, las crecientes disconformidades entre los dos acabaron en el mes de noviembre de 2005 con el movimiento de Lavagna y su remplazo por Felisa Miceli, lo que no cambió las líneas de la política económica. En enero de 2006 el gobierno argentino pagó por adelantado el total de la deuda con el FMI, que ascendía a 9.530 millones de dólares americanos, recurriendo a las reservas del Banco Central, que en ese instante sumaban mucho más de 28.800 millones. La medida, destinada a ganar independencia política, fue fuertemente criticada por la oposición, pero un año después las reservas se habían recuperado e inclusive superado.

El nuevo rumbo económico que había tomado el país al irse de la crisis se consolidó en los 4 años de gobierno de Kirchner. Los logros de la política económica se tradujeron por una parte en un superávit comercial récord, merced a las exportaciones que llegaron a su máximo histórico, y por otro, en una relativa optimización de los indicadores sociales. Después de la increíble caída del PIB en 2002 de cerca del 11 por ciento, en 2003 se experimentó una destacable restauración que alcanzó el 8,8 por ciento, debido más que nada al desarrollo del consumo privado y de las exportaciones. Esta inclinación se afianzó en los años consecutivos.

Esta etapa de expansión se centró en el papel dinamizador de las exportaciones. Argentina volvió a exportar con ímpetu al exterior, singularmente a Brasil, México, Chile, Venezuela, Europa y China. En 2007 las exportaciones alcanzaban su encuentre histórico, al subir a 55.301 millones de dólares americanos, un 18 por ciento mucho más que en 2006, y la balanza comercial amontonaba un saldo positivo de 11.400 millones de dólares americanos, lo que representaba la duplicación de las ventas ajenas a lo largo de los años de gobierno de Kirchner. Aunque el núcleo de las exportaciones prosigue que viene dentro por los artículos agropecuarios y agroindustriales, se fueron acrecentando de manera importante el papel de los recursos manufacturados, y, como elementos noticiosos, del turismo receptivo y, en menor medida pero apuntando una inclinación atrayente, de los servicios y artículos informáticos y los expertos y especialistas.

Los pilares de la restauración económica fueron principalmente el agro, la industria, la construcción y el ámbito financiero, alza que se vio acompañada por el empuje en la inversión privada. La reactivación impulsó por su parte la restauración del mercado de trabajo: el número de trabajadores contratados aumentó singularmente en la actividad motora del desarrollo, la construcción, seguida por la industria metalúrgica, los hoteles y los servicios inmobiliarios. Si en el mes de mayo de 2002 la desocupación alcanzaba al 21,5 por ciento de la población económica activa, su máximo histórico, desde el año 2003 empezó a crear una cuenta un ritmo de descenso esencial. En 2007 el índice de desempleo había descendido al 8,7 por ciento.

Tras realizar pública su resolución de no postularse a la reelección presidencial, Néstor Kirchner cedió su plaza de candidato a su mujer, Cristina Fernández de Kirchner, quien ganó los comicios de presidentes de octubre de 2007 y se transformó de este modo en la primera presidenta escogida de la Argentina. Entretanto, Kirchner acentuó su actividad en el seno del Partido Justicialista. En las selecciones legislativas festejadas el 28 de junio de 2009, Kirchner se presentó como primer candidato de la lista Frente Justicialista por la Victoria a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Al conocerse la derrota sufrida por la capacitación, que solo logró el 32,1 % de los votos, renunció a la presidencia del Partido Justicialista, cargo que reasumió el diez de marzo de 2010, un mes tras ser operado por una afección en la arteria carótida. Kirchner, que no había descartado regresar a presentarse como candidato a la presidencia de Argentina en los comicios de 2011, fue designado secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) el 4 de mayo de 2010, pocos meses antes de su fallecimiento.

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