Felipe Guamán Poma de Ayala

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que detentó Felipe Guamán Poma de Ayala en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo mientras permaneció en este mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que conocieron a Felipe Guamán Poma de Ayala, sino que quizá produjo una señal mucho más vasta de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Felipe Guamán Poma de Ayala de forma personal.Felipe Guamán Poma de Ayala fue una persona que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Felipe Guamán Poma de Ayala, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo fundamental para que podamos apreciar no sólo la existencia de Felipe Guamán Poma de Ayala, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Felipe Guamán Poma de Ayala, personas a quienes de de una u otra forma Felipe Guamán Poma de Ayala influyó, y ciertamente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Felipe Guamán Poma de Ayala.

Vida y Biografía de Felipe Guamán Poma de Ayala

(Felipe Guamán o Huamán Poma de Ayala; San Cristóbal de Suntuntu, 1534 - Lima, 1615) Cronista peruano. Dedicado a la enseñanza de la lengua castellana a los indígenas, es creador de una Nueva crónica (c. 1600), compendio de la historia preincaica del Perú, y de su continuación, Buen gobierno (c. 1615), exhibe de las injusticias que los encomenderos y los gobernantes de la corona infligían a los indios. Concebida como una monumental carta al rey de España, Felipe II, la obra está ilustrada con dibujos del mismo creador.

Por las novedades autobiográficas contenidas en Nueva crónica y buen gobierno se conoce que era hijo de Gusmán (o Huamán) Malqui de Ayala y de Juana Curi Oello, hija menor del inca Túpac Yupanqui. Descendía por consiguiente de los nobles de Huánuco, señores de Chinchaysuyo precedentes a exactamente los mismos incas. Fue educado por su hermano mestizo el padre Martín de Ayala, quien debió iniciarle en los estudios tradicionales, y trabajó probablemente en la administración. Desempeñó cargos directivos en los centros de salud de Cuzco y Huamanga, y estudió parece ser en estas 2 ciudades.

En 1594 o 1595 fue detenido y desterrado por el corregidor de Lucanas, Antonio de Monroy. De esta suerte el escritor inició una extendida serie de viajes que se extendió a lo largo de unos veinte años y que le dejarían agarrar abundante información para su obra; por último, en 1613, volvió a Huamanga y también logró servir sus derechos al puesto de cacique de la provincia. Atacó además de esto la política del corregidor, con lo que fue de nuevo expulsado. Se dirigió entonces a Lima, con la intención de enseñar su Nueva crónica al virrey.

Perdido desde hace tiempo, el manuscrito de Nueva crónica y buen gobierno fue encontrado en 1908 en la Biblioteca Real de Copenhague por Richard Pietschmann, quien lo presentó a la red social científica en todo el mundo en 1912. Se piensa que tuvo que ser redactado entre 1567 y 1615, y en su mayor parte entre 1612 y 1615. En 1936 fue anunciado en edición facsimilar al precaución de Paul Rivet y con una introducción redactada por Richard Pietschmann. El arqueólogo y antropólogo peruano Julio C. Tello encomió instantaneamente su relevancia inigualable: "No existe libro alguno escrito en este periodo que logre desafiar a él en riqueza de información, clarividencia y valentía del creador para enjuiciar los hechos de su tiempo".

El título de Nueva crónica y buen gobierno resulta precisamente expresivo de las pretenciones del creador: novedosa menciona a que trae una óptica diferente a las de las crónicas que ya están, jamás escritas por indios; y buen gobierno a su afán por denunciar el mal gobierno del virreinato de esos años, en claro contraste con las instituciones prehispánicas, pero asimismo con las opiniones cristianas y los especiales utópicos del humanismo europeo.

Su propósito central es de hecho sugerir lo que Wachtel llamó la "visión de los vencidos". Conectado a él, trabaja el designio de enaltecer lo que efectuó anteriormente el hombre andino y de instar a su participación digna y eficaz en un gobierno verdaderamente justo y acorde con el mensaje evangélico: sueña con un rey propio para el Perú, si bien jerárquicamente inferior al rey de España, señor de todo el globo terráqueo. Poma de Ayala adopta, como Bartolomé de Las Casas, una estable actitud "indianista" y también "incaica", la que, según advierte Estuardo Núñez, revela un vivo espíritu de rebelión y de justicia, y forma una franca defensa de los indígenas.

Presentada como una muy larga carta al rey de España, la Nueva crónica reelabora el género cronístico hasta extremos no populares, con la independencia caracteristica de un hombre de enorme mestizaje de lecturas y opiniones como es Felipe Guamán Poma de Ayala. Consta de sobra de mil páginas, embellecidas por varios y también tontos dibujos, atrayentes por sus trajes y por la existencia de símbolos y perspectivas que manifiestan la cosmovisión andina. Produce la impresión de una síntesis universal que buscara hilvanar en un solo artículo lo que hacían separadamente las crónicas, los reportes, las solicitudes de justicia, los tratados sobre política y sobre evangelización, e inclusive las utopias al gusto de humanistas.

La obra resulta de inusual valor por las novedades que da respecto de la vida previo al periodo incaico, el folklore y las tradiciones y narraciones de la temporada precolombina. La parte más esencial del libro, en el que alternan poesías y cantos en pura lengua quechua (cantos y poesías de amor, para la danza, para la caza, para la recolección de las mieses), tiene relación frente todo a la narración de la temporada inca y a la de los primeros años de la conquista de españa. El creador da la biografía de cada emperador y de sus mujeres, cuenta sus compañías y charla del régimen, de las leyes, de las condiciones en que vivían los súbditos, de la religión, de las fiestas y de las vestimentas de un pueblo que había alcanzado un admirable nivel de civilización y de cultura. Guamán Poma de Ayala conoce asimismo los personajes principales y las novedades referentes a los hechos que se sucedieron en el Perú tras la llegada de Francisco Pizarro y de los conquistadores. Dejando de lado las probables incoherencias históricas, la crónica de Poma de Ayala da nuevos datos sobre el pasado andino y refleja una visión descarnada de la sociedad colonial estructurada en Perú.

Poma se expresa en una lengua que ciertos críticos han calificado de bárbara. La Nueva crónica y buen gobierno está redactada en una prosa híbrida (la que va a ser reclamada, tres centurias después, por Gamaliel Churata como mestizaje idiomático a desarrollar) que introduce en el español palabras y elementos idiomáticos del quechua, el aymara y el dialecto del Chinchaysuyo: confusión verbal que congenia con el sincretismo que procura entre las opiniones andinas y la civilización europea y cristiana. Su escritura trasluce las modulaciones de un escritor políglota que charla la lengua del colonizador, pero no desea dejar completamente nuestra. Es posible asimismo que el creador reflejase la lengua oral de su tiempo, la que charlaba la gran masa de iletrados que formaban la sociedad indígena. Guamán Poma es, no obstante, un hombre ilustrado que no ignoraba la tradición y el estilo de las crónicas hispánicas. La mezcla de registros da a su obra ese tono alejado y extraño que ha cautivado a sus críticos y leyentes.

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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son decididamente determinantes, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de alguien como Felipe Guamán Poma de Ayala, que detentó su trascendencia en una época determinada, es vital procurar ofrecer un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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