Epicuro

La historia de las civilizaciones la escriben las mujeres y hombres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado quela humanidad, de una forma u otra,progrese.

Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la relevancia que atesoró Epicuro en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que permaneció en el mundo fue determinante no sólo para las personas que conocieron a Epicuro, sino que quizá legó una señal mucho más profunda de lo que logremossospechar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Epicuro en persona.Epicuro fue uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Epicuro, seducen nuestra curiosidad, deben servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Epicuro, porqué Epicuro vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Epicuro

(Isla de Samos, de hoy Grecia, h. 342 a.C.-Atenas, h. 270 a.C.) Filósofo heleno. Perteneció a una familia de la nobleza ateniense, procedente del demo ático de Gargetos y también instalada en Samos, donde muy probablemente nació nuestro Epicuro y donde, con toda seguridad, pasó asimismo sus años de niñez y adolescencia.

En el momento en que los colonos atenienses fueron expulsados de Samos, la familia se refugió en Colofón, y Epicuro, a los catorce años de edad, se trasladó a Teos, al norte de Samos, para recibir las enseñanzas de Nausifanes, acólito de Demócrito. A los dieciocho años se trasladó a Atenas, donde vivió un año; viajó entonces a Colofón, Mitilene de Lesbos y Lámpsaco, y entabló amistad con varios de los que, como Hemarco de Mitilene, Metrodoro de Lámpsaco y su hermano Timócrates, formaron entonces el círculo mucho más íntimo de los integrantes de su escuela.

Esta, que recibió el nombre de escuela del Jardín, la creó Epicuro en Atenas, donde se estableció en el 306 a.C. y donde transcurrió el resto de su historia. El Jardín se realizó popular por el cultivo de la amistad y por estar abierto a la participación de las mujeres, en contraste con lo frecuente en la Academia establecida por Platón y en el Liceo de Aristóteles. De hecho, Epicuro se opuso a platónicos y peripatéticos, y sus enseñanzas han quedado agarradas en un grupo de proyectos muy varias, según el testimonio de Diógenes Laercio, pero de las que llegó hasta nosotros una sección pequeñísima, compuesta fundamentalmente por extractos. Con todo, el pensamiento de Epicuro quedó inmortalizado en el poema latino La naturaleza de las cosas, de Tito Lucrecio Costoso.

La doctrina epicúrea preconiza que el propósito de la sabiduría es eliminar los óbices que se oponen a la alegría. Ello no significa, no obstante, la búsqueda del goce desenfrenado, sino más bien, por contra, la de una vida mesurada donde el espíritu logre gozar de la amistad y del cultivo del comprender. La felicidad epicúrea debe de comprenderse como el exitación reposado y sereno, apoyado en la satisfacción organizada de las pretensiones elementales, reducidas a lo importante.

El primer paso que hay que ofrecer en este sentido radica en remover aquello que genera la infelicidad humana: el miedo a la desaparición y a los dioses, tal como el mal físico. Es célebre su razonamiento contra el temor a la desaparición, según el que, mientras que existimos, la desaparición todavía no existe, y en el momento en que la desaparición existe, nosotros por el momento no, con lo que no tiene sentido angustiarse; en un sentido semejante, Epicuro llega a admitir la presencia viable de los dioses, pero deduce de su naturaleza el ineludible desinterés en frente de los temas humanos. La conclusión es exactamente la misma: el hombre no debe padecer por cuestiones que hay solo en su cabeza.

La ética epicúrea se completa con 2 disciplinas: la preceptiva (o doctrina del conocimiento) y la física (o doctrina de la naturaleza). La primera es una teoría de tipo sensualista, que considera la percepción sensible como la fuente primordial del conocimiento, lo que deja remover los elementos sobrenaturales de la explicación de los fenómenos; la causa de las percepciones son las muy finas partículas que despiden de manera continua los cuerpos materiales y que afectan a los órganos de los sentidos.

Con lo que tiene relación a la física, se apoya en una reelaboración del atomismo de Demócrito, del que difiere eminentemente por la existencia de un factor original, cuyo propósito es el de atenuar el ciego determinismo de la vieja doctrina: hablamos de la introducción de una alguna iniciativa de independencia o de azar, mediante lo que Lucrecio llamó el clinamen, esto es, la oportunidad de que los átomos experimenten espontáneamente eventuales desviaciones en su trayectoria y colisionen entre sí.

En este sentido, el cosmos concebido por Epicuro incluye en sí una alguna contingencia, si bien la naturaleza fué siempre y en todo momento como es y va a ser siempre y en todo momento exactamente la misma. Éste es, para la doctrina epicúrea (y por norma general para el espíritu heleno), un principio visible del cosmos que no procede de la sensación, y la contemplación de este cosmos que continúa inmutable a través del cambio se encuentra dentro de los pilares escenciales en los que se cimienta la tranquilidad a la que el sabio aspira.

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Sin duda alguna llegar a comprender a Epicuro es algo que está reservado a escasas personas, y que pretender recomponer quién fue y cómo fue la vida de Epicuro es una especie de puzzleque tal vez lleguemos a rehacer si contribuimos todos juntos.

A causa de esto, si eres de las personas que creen en que de forma cooperativa existen posibilidades de hacer algo mejor, y tienes información sobre la biografía de Epicuro, o con respecto a algún elemento de su personalidad u obra que no se contemple en esta biografía, te pedimos que nos lo envíes.

Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos imprescindibles, ya que destacan la singularidad, y en la ocasión de la vida de alguien como Epicuro, que poseyó su importancia en una época concreta, es indispensable tratar de brindar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.

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