Bernardino Machado

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la importancia que tuvo Bernardino Machado en la historia. La forma en que vivió y aquello que hizo mientras permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para las personas que conocieron a Bernardino Machado, sino que a lo mejor produjo una señal mucho más honda de lo que logremossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Bernardino Machado personalmente.Bernardino Machado ha sido una de esas personas que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de Bernardino Machado

(Rio de Janeiro, 1851 - París, 1944) Político y diplomático portugués. Criado en el seno de una humilde familia de mercaderes, empezó su andadura política tras cursar estudios de Ciencias Exactas en la Universidad de Coimbra, donde asimismo fue, más tarde, catedrático de Matemáticas.

En 1893, a lo largo de la monarquía de Carlos I, Machado Guimarães ascendió hasta el puesto de Ministro de Obras Públicas y Comercio, cartera que, en esa época, asimismo incluía competencias sobre la industria portuguesa, entre los campos económicos del país mucho más necesitado de reformas. En esta dirección, Machado Guimarães se unió al campo crítico de una monarquía atrofiada, prácticamente puesta a cargo de João Franco, cuyos combates con los distintos campos políticos cercenaban cualquier puesta en marcha de reformas económicas.

Pese a su tarea crítica, Machado Guimarães se sostuvo ajeno de cualquier acción beligerante o terrorista, como la que costó, el 1 de febrero de 1908, la vida tanto al monarca Carlos I como a su hijo Luís, príncipe heredero. En 1910, con el recién constituido gobierno provisional republicano, la experiencia del ex--ministro monárquico fue valorada de manera importante para elevarle al puesto de Ministro de Asuntos Extranjeros, lo que sirvió, por un lado, a fin de que Machado Guimarães procurase poner en práctica sus ideas políticas de colaboración económica con otros países de europa, eminentemente Gran Bretaña y Alemania, pero asimismo a fin de que el aldabonazo del nuevo gobierno, dado el prestigio de su nuevo ministro, sirviera para su reconocimiento implícito en toda Europa.

Sin embargo, el tiempo de combates políticos enterrados entre distintas facciones republicanas, prácticamente irrespirable, logró que Machado Guimarães admitiese el puesto de cónsul de Portugal en Brasil, hacia donde se dirigió en 1913. Apenas había pasado un año de su estancia en Brasil fue llamado para ser parte del gobierno de coalición que pretendía la pacificación total del país. En 1915, con el recién formado gabinete, Machado Guimarães fue ungido como presidente de la República; el jalón más esencial de este primer periodo adelante de la jefatura de Estado fue su toma de posición en el enfrentamiento que dividía al país: la participación lusa en la Primera Guerra Mundial.

Si bien en lo personal jamás fue bastante beligerante, las causas germanófilas de los opositores del enfrentamiento, en especial Bernardino Sidònio Pais, tampoco terminaron de persuadirle, con lo que, con el soporte de otros relevantes republicanos, como Manuel Teixeira Gomes, logró que se pronunciase en pos de la intervención portuguesa, más que nada una vez que, en 1916, Alemania declarara de manera oficial la guerra.

La tempestad política levantada por esta intervención terminó derivando en el golpe de Estado de 1917, perpetrado por Sidònio Pais, en el que se instituyó un régimen dictatorial. Machado Guimarães opuso, como Presidente de la República, toda la resistencia viable, pero al final debió exilarse frente al peligro que corría su integridad física. Después del asesinato de Sidònio Pais (1918), fue nuevamente solicitado por sus viejos compañeros, si bien, cansado y asqueado de la situación política del país, prefirió aguardar por fin de la conflagración mundial.

Regresó a Portugal en 1921 y, como ahora hiciese en 1914, encabezó el gobierno republicano provisional hasta la determinante constitución de la República, y fue nombrado presidente de exactamente la misma en 1925. Un año después, el golpe de Estado militar de António Carmona instituyó una dictadura militar donde una Junta de Oficiales acaparó todos y cada uno de los poderes del Estado. Obligado a exilarse por el régimen de Carmona, murió en el exilio, en un espacio no totalmente exacto (aparentemente en París), en el año 1944.

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