Benedicto XVI [Joseph Ratzinger]

Ya sea inspirando a otros o siendo una pieza esencial de la acción. Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] es una de las personas cuya vida, en verdad, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la trascendencia que detentó Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] en la historia. Cómo vivió y aquello que hizo durante el tiempo que estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Benedicto XVI [Joseph Ratzinger], sino que quizá dejó una huella mucho más insondable de lo que podamosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] en persona.Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] ha sido una de esas personas que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Benedicto XVI [Joseph Ratzinger], personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa fundamental para que seamos capaces de valorar no sólo la vida de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger], sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Benedicto XVI [Joseph Ratzinger], aquellas personas a quienes de de una u otra forma Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] influyó, y desde luego, comprender y entender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Benedicto XVI [Joseph Ratzinger].

Las biografías y las vidas de personas que, como Benedicto XVI [Joseph Ratzinger], seducen nuestro interés, tienen que servirnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger], porqué Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger]

(Marktl, 1927) Teólogo y prelado alemán, escogido Papa de la Iglesia Católica el 19 de abril de 2005, como sustituto de Juan Pablo II. Tras cerca de ocho años de pontificado, presentó su renuncia en el mes de febrero de 2013, resolución con muy escasos precedentes en los 2 mil años de historia de la Iglesia.

Joseph Ratzinger nació el 16 de abril de 1927 en Marktl (Baviera), diócesis de Passau, en el seno de una familia de labradores alemanes de profundas convicciones católicas. Su progenitor, Joseph, desempeñaba, además de esto, el cargo de comisario de la gendarmería y también logró también de instructor de su hijo, lo que de forma segura marcó el carácter tímido y retraído del futuro Papa. En la familia fue clave el papel de la madre, Maria Peintner, que ejercitaba las tareas familiares y cuidaba de la buena marcha de sus otros 2 hijos, Georg y Maria.

A los once años ingresó en el seminario, donde en 1941 fue obligado a anotarse en las Juventudes Hitlerianas, hasta el punto que en 1943 combatió en la Segunda Guerra Mundial como miembro de una unidad antiaérea. Terminada la guerra se apuró a matizar: “Reniego de aquel reino del ateísmo y de la patraña que fue el nazismo”.

Después siguió sus estudios de filosofía y de teología en el ateneo de Munich y en la escuela superior de Freising, hasta el momento en que en el mes de junio de 1951 fue ordenado al final sacerdote. Los un par de años siguientes los ocuparía en elaborar la proposición de doctorado, un ensayo sobre San Agustín que fue calificado con un cum laude.

En 1957 inició su periplo como instructor de teología dogmática en el seminario de Freising, hasta el momento en que un par de años después sería nombrado catedrático de la Universidad de Bonn (1959-1963). Después pasó a la de Münster (1963-1966), y de 1966 a 1969 ocupó la reconocida cátedra de Tübingen, donde coincidió con Hans Küng, que se transformaría en el teólogo mucho más admirado y seguido por los jóvenes curas progresistas que habían depositado su promesa y confiado su porvenir en los aires de apertura del concilio Vaticano II, convocado por el papa Juan XXIII en el año 1962 y acabado por su sustituto, Pablo VI, en 1965.

Teólogo de referencia

En Tübingen, entre los estudiantes mucho más refulgentes de Ratzinger fue el brasileiro Leonardo Boff, con quien después protagonizaría sonados combates, si bien inferiores que los que sostendría con Küng, que se transformaría en su “bestia negra” y en su contrincante mucho más duro.

Ratzinger se erigió, empero, en entre los teólogos de referencia del concilio Vaticano II, al lado del propio Küng y Karl Rahner. A sus treinta y cinco años, el bávaro tenía ahora un admirable bagaje como enseñante. Llegó a Roma como especialista en pleno enfrentamiento sobre la independencia religiosa, entre las temáticas que cerraron el llamado concilio del aggiornamento de todos y cada uno de los temas de la Iglesia.

Su nombre se realizó familiar en el ambiente eclesiástico y en el de los seglares cultos, hasta el punto que salió del Concilio transformado en una estrella. Sin embargo, su fulgor próximamente comenzó a languidecer entre los aperturistas, más que nada pues quedó marcado por el movimiento de Mayo del 68, cuyos aires de independencia y de cambio le transformaron en un fanático defensor de la fe en oposición al marxismo, el liberalismo y el ateísmo.

Al regresar de Roma ocupó nuevamente su cátedra de Tübingen hasta 1969, año en que ganó por oposición la cátedra de Ratisbona, donde nuevamente prosiguió deslumbrando a Pablo VI, quien leyó las distintas proyectos que Ratzinger escribió sobre los trabajos del Concilio, un compendio, al fin y al cabo, de sus enseñanzas universitarias: Introducción a la cristiandad (1968).

Por ello, el 27 de junio de 1977, Pablo VI lo nombró obispo de Munich y lo elevó al cardenalato. Había acabado el Concilio, que en decisión correcta se quedaría en letra fallecida, hasta el punto que la mayor parte de los jóvenes curas, desilusionados, se distanciaron de la Iglesia, y los campos laicos mucho más en compromiso comenzaron a ordenar sus foros de discusión de discusión ajeno de la jerarquía.

En 1978 Ratzinger fue testigo del llamado “verano de los tres Papas”: Pablo VI, el efímero Juan Pablo I (que inició el periodo de tiempo de los Papas con nombre compuesto) y el imprevisto Juan Pablo II. Ratzinger asistió ahora como cardenal al cónclave que escogió a Karol Wojtyla. El joven cardenal quedó deslumbrado por la entereza del nuevo pontífice, inflexible en el dogma y la ética católicas y fanático enemigo de aquel régimen comunista que había amargado su juventud.

La verdad es que Ratzinger dio un giro extremista en sus postulados, hasta el punto de que los devaneos de aggiornamento fueron quedándose diluidos, más que nada desde el instante en que consiguió permiso para viajar a Varsovia y entrevistarse con el futuro Juan Pablo II, con quien trabó ahora una sólida amistad.

El nuevo estilo del Papa polaco le fascinaría: simpático, cordial, viajero y maleable en el trato, pero inamovible en el dogma y, más que nada, en la mucho más rancia ética católica. La sintonía fue recíproca, hasta el punto que, en 1981, Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución que sucedía al Santo Oficio, de ingrato recuerdo.

Prefecto eclesiástico

El cargo, que aceptó en 1982, le fue como anillo al dedo a Ratzinger, quien ahora se había separado terminantemente de sus postulados progresistas y tenía el ojo puesto en los nuevos aires de liberación que flotaban en determinados entornos eclesiásticos. En ello coincidía de forma plena con Wojtyla, que había traído a Roma un catolicismo beligerante, arcaico y fundado en un Derecho Canónico anticuado. (En 1996 Juan Pablo II lo confirmaría en el cargo por tiempo indefinido.)

En 1984, tras haberse enfrentado nuevamente con Küng, a quien había separado de su cátedra de Tübingen en 1979 (de manera especial por el hecho de que puso en cuestión entre los dogmas del catolicismo, la infalibilidad del Papa, decretado por el concilio Vaticano I, y hasta mucho más con timidez el de la divinidad de Jesucristo, ahora establecida en el concilio de Nicea en 323), Ratzinger arremetió contra la llamada Teología de la Liberación con el archivo Instrucción de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe sobre ciertos puntos de la Teología de la Liberación. Los pensadores mucho más importantes de ese movimiento fueron apartados de la docencia o sencillamente eligieron distanciarse de esta doctrina, como Boff o Gustavo Gutiérrez.

Aquel mismo año de 1984, en el momento en que la Santa Sede y el Estado Vaticano procuraban un tímido acercamiento a los países del bloque comunista ubicados tras el telón de acero, Ratzinger, sin solicitud anterior, ha dicho urbi et orbi: “Los regímenes marxistas, que quieren dejar en libertad al hombre, son solo una vergüenza de nuestro tiempo”.

La activa de la involución fue in crescendo, y se plasmó de manera indudable en el nuevo Catecismo de la Iglesia católica (1992) que le encargó el Papa y, más que nada, en la carta Dominus Iesus (2000), firmada por Ratzinger y que asestó un duro golpe al principiante diálogo con las otras iglesias cristianas. En ella se mantiene que “solo en la Iglesia católica está la salvación”. Retrocedía al axioma anticuado del Roma locuta, causa finita. Hacía solamente unos meses que Ratzinger se había recambio de una hemorragia cerebral que le dejó consecuencias en un ojo y que se reprodujo relativamente en 1993, pero eso no fue óbice a fin de que prosiguiera adelante de sus cargos de guardián de la ortodoxia. En los años noventa siguió su vasta obra con títulos como Evangelio (1996), La fe como sendero (1997), De la mano de Cristo (1998) y Verdad, valores y poder (1998).

La decisión y el papado

En noviembre de 2002 era ahora decano del Colegio Cardenalicio y dio la sensación de que iba a pedir la jubilación. Pero soportó por el hecho de que se sentía éticamente obligado a tomar el testigo de un Wojtyla que se apagaba a marchas forzadas. Es cuestionable que estuviese seguro de que él iba a ser el sustituto, pese a los comentarios que corrieron antes del cónclave, al que asistían 115 de los 117 cardenales con derecho a voto.

La verdad es que Ratzinger sonaba tanto o mucho más que otros, como el cardenal de Milán, Dionigi Tettamanzi, gerente del campo menos conservador. Ratzinger, que en la homilía del funeral de Juan Pablo II y en la de la misa anterior al cónclave reclamó las virtudes de la ortodoxia y denunció la dictadura del relativismo y a quienes, en el catolicismo, no se sostienen a los dictados de Roma, se concretó como el incuestionable candidato de la mayor parte, conservadora, con representantes de múltiples organizaciones predominantes: Opus Dei, Legionarios de Cristo o el movimiento Comunión y Liberación, entre otros muchos.

Con setenta y ocho años de edad, fue escogido 265º Papa de la Iglesia católica el 19 de abril de 2005. Con el nombre de Benedicto XVI sucedía a Juan Pablo II, que había fallecido el 2 de abril, tras haber ocupado el trono de San Pedro a lo largo de veintiséis años.

El cónclave escogió nuevo Papa en solamente un par de días, entre las resoluciones mucho más veloces de la historia, después de las de Julio II (1503) y Clemente VIII (1592), que fueron seleccionados en un solo día. Al balcón primordial de la plaza de San Pedro se asomó “un humilde servidor de la viña del Señor” que se transformaba en el Papa número 265, el primero escogido en el siglo XXI tras los ocho del siglo XX, y en el séptimo alemán, tras Gregorio V (996-999), Clemente II (1046-1047), Dámaso II (1048, por el hecho de que murió tras un mes), León IX (1049-1054), Víctor II (1055-1057) y Adriano VI (1522-1523).

Quizás, como múltiples de sus compatriotas, iba a ser un Papa de transición, pero quienes le atendían aseguraban que aún disfrutaba de una salud de hierro y que ostentaba una enorme preparación que había justo múltiples reconocimientos, entre otros muchos el doctor honoris causa por la Universidad de Navarra (1998) y por la Facultad Teológica Papal de la polaca Wroclaw (2000). Además, desde 1992 era integrante de la Academia de las Ciencias Sociales y Políticas de París.

Por el alborozo que la aparición de Benedicto XVI levantó en la plaza de San Pedro, cabe garantizar que los presentes tuvieron el Papa que aguardaban y se merecían. Tomó un nombre inesperado en honor de Benedicto XV (el genovés Giacomo de ella Chiesa, papa entre 1914 y 1922), que se distinguió por la búsqueda de la paz en la Primera Guerra Mundial y favoreció la creación del Partido Popular, feto de la futura Democracia Cristiana. Giacomo de ella Chiesa publicó, además de esto, el Codex Iuris Canonici (Código de Derecho Canónico, 1917); quizás fue este el fundamento primordial por el que Ratzinger eligió ese nombre

Pero los desafíos que aguardaban a Ratzinger eran muy diferentes: la globalización, el papel de la mujer, el celibato, el aborto, la independencia sexual, la creciente descatolización y aun descristianización de todo el mundo, la preocupante falta de vocaciones sacerdotales, el diálogo con las otras religiones, la crisis teológica… Y, particularmente, el progreso de la Iglesia evangelista en América Latina (en pocos años había captado a mucho más de 24 millones de católicos) y la hegemonía creciente del islam en África y Asia. Temido y admirado por igual por progresistas y conservadores, Benedicto XVI tenía frente sí el bien difícil reto de regentar y asesorar los designios de la Iglesia católica en el siglo XXI.

Como era previsible, Benedicto XVI sostuvo en todo el papado una total ortodoxia en las puntos doctrinales, como detallan sus consecutivas encíclicas y publicaciones; se distinguió quizá de su precursor en su búsqueda de prolongar la predominación de la Iglesia no solo a través de varios viajes que lo acercaran a los fieles (en ello prosiguió la línea de Juan Pablo II), sino más bien intentando encontrar llevar a cabo sentir la solidez doctrinal del mensaje católico entre la elites culturales y políticas. Mostró poca predisposición al diálogo con facciones heterodoxas como la de los seguidores de Marcel Lefebvre (si bien al final levantó la excomunión a 4 de sus obispos), y tampoco fue bastante cauteloso en el diálogo interreligioso: ahora en 2006, la cita de un pasaje sobre la crueldad religiosa del islam provocó reacciones furiosas.

Otro lastre que arrastró a lo largo de su papado fue la revelación de varios casos de pedofilia en el seno de la Iglesia católica. Las acusaciones surgidas en Estados Unidos y otros países de europa resultaron aún mucho más escandalosas al conocerse que altas jerarquías eclesiásticas habían tendido a esconder las situaciones en vez de imponer sanciones a los curas; se acusó al propio Ratzinger de haberse abstenido de accionar en su etapa como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

En sus 2 últimos años, no la situación interna de Vaticano estuvo exenta de inquietudes. En mayo de 2012, Ettori Gotti Tedeschi, amigo personal de Benedicto XVI y presidente del Banco Vaticano, fue cesado por presuntas irregularidades en su administración; desde hacía un año era investigado por incumplir las normativas sobre blanqueo de capitales. Por esas datas el maestresala de Benedicto XVI, Paolo Gabriele, fue detenido por filtrar documentos internos en un escándalo que fue llamado Vatileaks. Aunque poco después fue indultado por el papa, los documentos mostraron la presencia de fuertes disensiones internas.

Con la salud desgastada, en 2013 Benedicto XVI anunció su renuncia al papado, eficaz desde el 28 de febrero, bajo el razonamiento de que "para gobernar la barca de San Pedro y comunicar el Evangelio es requisito el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que en los últimos meses ha disminuido en mí de tal manera que he de admitir mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado". La resolución fue considerada histórica, por datarse su mucho más próximo antecedente siete siglos atrás, y dejaba en prueba que la institución papal por el momento no puede ser ineludiblemente de por vida. El 13 de marzo de 2013, el cónclave escogió como nuevo pontífice al prelado argentino Jorge Mario Bergoglio; el papa Francisco, nombre que adoptó en honor a San Francisco de Asís, había sido ahora entre los cardenales mucho más votados en el momento en que Benedicto fue escogido en 2005, y no escatimó encomios hacia la figura de su precursor.

Colabora para ampliar la biografía de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger]

¿Qué opinas de la biografía de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger]? ¿Has encontrado la información que esperabas hallar?

Evidentemente llegar a comprender a Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] es algo que se reserva a pocas personas, y que tratar de reconstruir quién fue y cómo fue la vida de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger] es una suerte de puzzleque tal vez logremos rehacer si cooperamos todos juntos.

A causa de esto, si eres de aquellos que creen en que cooperando se puede elaborar algo mejor, y conservas información con respecto a la existencia de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger], o en relación con algún característica de su persona u creación que no se observe en esta biografía, te solicitamos que nos lo hagas llegar.

Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos esenciales, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de alguien como Benedicto XVI [Joseph Ratzinger], que detentó su trascendencia en una época determinada, es vital tratar de ofrecer un panorama de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

No lo dudes y contacta con nosotros para narrarnos qué conocimientos posees acerca de Benedicto XVI [Joseph Ratzinger]. Estaremos encantados de ultimar esta biografía con más información.