Beato Diego José de Cádiz

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Vida y Biografía de Beato Diego José de Cádiz

(Cádiz, 1743 - Ronda, 1801) Predicador español. Estudió en Ubrique, en Grazalema y en Ronda y también ingresó en el noviciado de los capuchinos de Sevilla (1757). Prosiguió sus estudios en Écija y en Cádiz y, ordenado sacerdote, fue designado a la predicación y a las metas. En 1786, acusado de charlar públicamente contra los permisos regalistas de la corona y de haber injuriado a ciertos individuos, se le instruyó desarrollo y se le postergó a Casares, pero fue absuelto y reivindicado. Sus sermones son incontables; entre ellos, cabe rememorar Memorial al rey con ocasión de la guerra contra la República francesa (1794).

En 1757 ingresó en el noviciado capuchino de Sevilla, donde profesó un par de años después. Después de breves estancias en distintos conventos marchó a Ubrique (Cádiz). Luchó contra las ideas ilustradas, la ciencia en fase de prueba y el pensamiento laico por norma general. Imbuido de un extremado rigorismo ética, condenó cuanto se separaba del riguroso cumplimiento de los deberes de un óptimo católico. En 1782 el obispo de Málaga redactó un memorial en el que tenía la duda de su entendimiento de las Sagradas Escrituras, rechazaba su autoproclamada “ciencia infusa”, criticaba su desobediencia a la jerarquía eclesiástica y desaprobaba su afirmación de que en España se encontraba deprimida la independencia de la Iglesia.

En 1783 el Padre Cádiz se presentó a la familia real y a la Corte en Aranjuez y consiguió la admiración de la princesa de Asturias (la futura reina María Luisa de Parma, mujer de Carlos IV). En 1784 fue denunciado al Consejo de Castilla por haber vertido algunos conceptos que atentaban contra las regalías del monarca en un sermón pronunciado en la catedral de Sevilla, pero todo terminó con una amonestación y un destierro simbólico a Málaga. A partir de mediados de la década de 1780 acentuó sus predicaciones y amplió el radio de acción de sus viajes pastorales, lo que le llevó a Zaragoza (1786) y a múltiples pueblos del arzobispado, Barcelona, Valencia y Murcia. En su segunda salida, iniciada en el último mes del año de 1794, visitó Galicia, Asturias, León, Zamora y Salamanca.

En Zaragoza protagonizó un grave hecho con Lorenzo Normante, que desde 1784 ocupaba la cátedra de Economía Civil y Comercio de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del país. En el curso de unos ejercicios espirituales festejados en el mes de noviembre de 1786, fray Diego José de Cádiz acusó de forma indirecta a Normante de mantener proposiciones heréticas al proteger la legimitad de la usura, la herramienta del lujo y la conveniencia de no profesar en religión hasta los veinticuatro años, y al declarar que el celibato eclesiástico era amenazante al Estado. Estas acusaciones las repitió por mes siguiente en una delación entregada al Santo Trabajo.

A raíz de las manifestaciones de la Sociedad, el Consejo de Castilla recabó información a la Real Audiencia de Aragón. Entretanto el padre Jerónimo José de Cabra, superior del convento de capuchinos de Córdoba, publicó un libro en el que apoyaba el criterio de Cádiz, lo que provocó novedosas protestas de la Sociedad. Ante el miedo de que la discusión se enconase aún mucho más, a fines de 1787 el Consejo ordenó a las partes que guardasen silencio hasta el momento en que se emitiera el dictamen definitivo. Para elegir la situacion se nombró una junta particular compuesta por tres teólogos y 2 juristas. En abril de 1788 esa junta resolvió desechar la demanda contra Normante y aconsejó desagraviar a la Sociedad.

Entre 1790 y 1795 el prestigio de Diego José de Cádiz padeció serios reveses. Ni la Revolución Francesa ni la Guerra contra la Convención le dejaron recobrar su popularidad, puesto que si por una parte el gobierno español trató de frenar las ideas reformistas, por otro se resistió a patrocinar campañas de publicidad antifrancesa, pensando que estas contribuían de forma involuntaria a publicar hechos y también ideas del país vecino.

Al objeto de inflamar los ánimos de los combatientes de la citada contienda, el padre Cádiz dio a la imprenta una obra llamada El soldado católico en guerra de religión (Erija y Barcelona, 1794), donde llamaba al exterminio del enemigo como venganza por sus impiedades. En la segunda mitad de la década de 1790 se enemistó con Manuel Godoy, se distanció de la Corte y fue denunciado al Tribunal de la Inquisición, acusado de promover una piedad supersticiosa y de abrazar ideas escandalosas y heréticas. Durante la epidemia de 1800-1801 desarrolló una intensa actividad misionera y recorrió varios pueblos asegurando que la patología era un castigo divino por la corrupción del siglo. Una una parte de la producción literaria del padre Cádiz está en la Colección de las Obras del R. P. Fr. Diego Josef de Cádiz (1796-1799) y, de manera mucho más resumida, en las Obras del Venerable P. Fr. Diego José de Cádiz (1865). En 1894 fue beatificado por el papa León XIII.

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