Adam Smith

La historia de las civilizaciones la escriben aquellas mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela civilización, de una forma u otra,progrese.

Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la trascendencia que atesoró Adam Smith en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que estuvo en la tierra fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Adam Smith, sino que a lo mejor produjo una señal mucho más profunda de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Adam Smith en persona.Adam Smith ha sido una persona que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Comprender las luces y las sombras de las personas relevantes como Adam Smith, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo básica para que seamos capaces de valorar no sólo la vida de Adam Smith, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Adam Smith, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Adam Smith influyó, y ciertamente, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Adam Smith.

Vida y Biografía de Adam Smith

(Kirkcaldy, Gran Bretaña, 1723 - Edimburgo, id., 1790) Economista escocés. Hijo de un interventor de aduanas, a la edad de catorce años ingresó en la Universidad de Glasgow, donde fue acólito de Francis Hutcheson, instructor de filosofía ética. Graduado en 1740, ganó una beca en el Balliol College de Oxford, en el que adquirió capacitación en filosofía. Ejerció la docencia en Edimburgo, y desde 1751, en Glasgow, como instructor de lógica y filosofía ética.

En 1759 publicó Teoría de los sentimientos morales, obra intensamente influida por el utilitarismo de Jeremy Bentham y John Stuart Mill donde describía la capacitación de los juicios morales en el contexto de un «orden natural» de ámbito popular, y sobre cuyos principios fundamentaría su posterior liberalismo económico.

Smith veía en el accionar humano la existencia de una dualidad entre razón y también impulsos pasionales. La naturaleza humana, individualista y racional al tiempo, empuja al hombre tanto al combate como a la creación de instituciones destinadas a la consecución del bien común. Expuso además de esto la creencia en una «mano invisible» armonizadora de los intereses particulares en el contexto de la actividad colectiva.

En 1763 abandonó Glasgow y aceptó (por recomendación de David Hume) un empleo en Francia como preceptor del joven duque de Buccleuch, hijastro del canciller del Exchequer Charles Townshend. En Francia conoció a Anne Robert Jacques Turgot, François Quesnay y a otros economistas fisiócratas y enciclopedistas de la temporada. Residió primordialmente en Toulouse y París, localidad desde la que debió regresar a Londres debido al asesinato del hermano del duque de Buccleuch. En el curso de una corta estancia en Ginebra conoció a Voltaire.

En Francia inició la redacción de su obra más esencial, la Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations), dividida en cinco libros, que acabó de redactar a lo largo de seis años en su pueblo natal de Kirkcaldy, cerca de Edimburgo, y publicó tras una estancia de tres años en Londres, en 1776.

El pensamiento económico de Adam Smith

La primordial aportación teorética de Adam Smith es el análisis del mecanismo a través de el que el libre juego de mercado (tanto a escala interna como en las relaciones comerciales con otros países) entre los distintos ámbitos de la economía crea el máximo beneficio económico del grupo. Como consecuencia, se mostró siempre y en todo momento opuesto a cualquier intervención o regulación de la actividad económica, reduciendo el papel del Estado al de garante de las reglas del juego.

Adam Smith se opuso al mercantilismo al estimar la riqueza de una nación como la producción de forma anual de recursos y servicios («las cosas primordiales y útiles para la vida»), en vez de las reservas de metales hermosos, y a la escuela fisiócrata al descartar la tierra como el origen de toda riqueza y ofrecer en su sitio el aspecto trabajo. A este respecto, incidió en la especialización como el esencial de la aptitud de una sociedad para acrecentar su eficacia, y consecuentemente, su desarrollo económico.

Estableció una teoría del valor de un bien que distinguía entre su valor de cambio (aptitud de ser intercambiado por otros recursos) y su valor de empleo (herramienta que contribuye). Con con en comparación con valor de cambio, su medida era el trabajo útil incorporado en su obtención; o sea, que una mercancía tiene un precio natural preciso por el coste de producción medido en trabajo, y un precio de mercado. En situación de libre rivalidad, este último convergería hacia el primero.

Adam Smith completó su análisis con una teoría sobre la distribución de la renta que distinguía entre tres categorías de rentas (sueldos, provecho del capitalista y rentas de la tierra), para mantener ahora que los sueldos eran fijados por las leyes de la oferta y la demanda, si bien reconoció la presencia de un valor mínimo de subsistencia bajo el como por el momento no podían descender.

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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de un ser como Adam Smith, que detentó su significación en una época concreta, es fundamental tratar de ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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